Visitas

contador de visitas para web

domingo

LA FROMA ES TEMPORAL; LA CLASE ES DURADERA

El estado de forma en la paloma es un trance temporal que se consigue si el ave goza de estupenda salud, y se le brinda una alimentación adecuada conjuntamente con un entrenamiento correcto.
Un paloma en forma es capaz de realizar vuelos de varias horas y a unas velocidades considerables, ganando premios en concursos de velocidad y medio fondo.
Pero para que un una paloma destaque en el Gran Fondo, requiere además tener lo que se suele denominar “Clase” o “Mordiente”.
Recuerdo en relación a esto una entrevista realizada al famoso colombófilo de Lieja Víctor Fabry, quien en  relación a “la clase”  decía: “Nadie puede dar lo que no tiene, dice el proverbio, que vale también para las palomas mensajeras. Sólo pueden ganar las palomas que disponen de talento suficiente. El talento es un don de la vida y un regalo de la naturaleza. Una paloma mensajera debe, ante todo ser un atleta, un pájaro constituido de manera equilibrada, que disponga de su integridad física y que este dotado de un poder de orientación muy desarrollado”.
Seguramente todos tememos en nuestros palomares un pequeño puñado de palomas con las que independientemente de la dureza o facilidad de la prueba, contamos con su regreso, en ocasiones fuera de control, heridas o sin plumas en el ala o la cola, pero tememos la confianza de que mientras se encuentren con vida, esas palomas lucharan por regresar a casa.
El estado de la paloma, como reza el título de este artículo, es algo temporal, que se puede alcanzar o quizás no, pero que podemos decir que depende de factores externos en los que tiene gran importancia la habilidad, conocimientos y experiencia del colombófilo. Es un estado que puede durar como mucho unos tres meses en el mejor de los casos. En cambio, la “Clase” es algo permanente, se tiene o no se tiene y es algo intrínseco a la propia paloma o a su estirpe.
La unión de los dos factores en un mismo animal, clase y forma, da como resultado las hazañas por todos los colombófilos deseadas, tales como controlar una paloma en el día de una suelta de Gran Fondo, o en el plazo del reloj en sueltas catastróficas de largas distancias.
No cabe duda que para que esto suceda existen otros elementos que intervienen en la ecuación y entre los que hay que señalar el factor suerte, pues en los 700, 800, 900 kilómetros de que constan las maratonianas pruebas de resistencia, existen numerosos peligros que las palomas deben sortear y para ello también hace falta un poco de suerte.
En los años que llevo practicando la colombofilia, recuerdo haber perdido numerosas palomas que parecían presentar todos los signos que se suelen atribuir a la forma, el punto rojo en el pecho, el plumaje con sensación de humedad, el pecho limpio de escamas, unos excrementos perfectamente redondo, etc. Pero estas palomas carecían de la suficiente “Clase” para afrontar un vuelo prolongado o quizás no tuvieron la fortuna necesaria para hacerlo.
También recuerdo otras palomas que, acudiendo a una prueba en peores condiciones externas, al menos aparentemente, lograban regresar, muchas veces en cabeza,  superando con su “Clase” la carencia de un estado excepcional de forma.
Así pues, si deseamos obtener éxitos colombófilos que compensen el esfuerzo, que no sacrificio, pues el contacto con nuestras queridas palomas suele representar en su mismo un premio para todos los amantes de la colombofilia, debemos buscar sin descanso palomas con “Clase” y realizar una continua selección y mejora en nuestro cuado reproductor en pos de que aumente la mordiente de nuestras mensajeras y su irrefrenable deseo de regresar a su añorado palomar.

 César González