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CALIDAD, CALIDAD Y MÁS CALIDAD.

A la hora de introducir palomas en nuestro palomar sólo debemos pensar en una cosa: calidad, calidad y más calidad.
Evidentemente también nos hemos de fijar en la salud; introducir una paloma enferma en nuestras instalaciones puede hacer peligrar el estado de salud y por tanto de forma de todas nuestras aves, pero una vez comprobada esta y a la hora de reforzar nuestro plantel, ya sea porque estamos comenzando en este deporte, ya sea porque los ejemplares que poseemos no están dando el resultado esperado o porque necesitamos refrescar nuestro cultivo introduciendo sangre nueva, sólo la calidad debe ser nuestro objetivo, nuestra meta.
No debemos dejarnos llevar por supuesto por el color de la paloma, puede haber buenas palomas en todos los colores, aunque evidentemente al ser el azul y el prieto o rodado los predominantes, también serán de este color la mayor parte de palomas de calidad, pero sólo por pura estadística.
Tampoco el sexo del ave nos debe importar, aunque es verdad que a un buen macho se le pueden sacar muchos más hijos que a una buena hembra, pues el esfuerzo que para este supone el fecundar a una o varias hembras es mucho menor que el que a una hembra le supone realizar una puesta, pero estoy seguro de que, llegado el caso,  todos preferiremos tener una buena hembra a un macho mediocre.
La edad es otro factor a tener en cuenta. Una paloma joven suele transmitir más fácilmente sus buenas cualidades a la descendencia que una paloma de ya cierta edad, pero claro, una paloma que tenga gran calidad y al mismo tiempo sea joven para que este durante muchos años dándonos buenos hijos puede ser un objetivo demasiado difícil de lograr, y por eso el que lo ha logrado no se desprenderá de él fácilmente y de hacerlo sólo será a cambio de un buen puñado de euros.
Por ello, y respetando todas las opiniones, pues la mía no es más que una más, creo que la mejor forma de hacerse con palomas de calidad es adquirir pichones en los palomares que mejores resultados deportivos estén logrado en el momento actual.
En su día, los hermanos Janssen fueron un referente para cualquier colombófilo que tuviese pasión por las palomas rápidas, hasta sus modestas instalaciones peregrinaron durante década colombófilos de todo el mundo y seguramente de sus palomares salieron muy buenas palomas para los lugares más recónditos, pero una vez en manos del más o menos acaudalado comprador de una joya de tal calibre, su descendencia, Janssen también podía estar a la altura de sus progenitores sólo si el colombófilo además de poseer suficientes recursos económicos también tenía recursos en lo que a su cultura colombófila se refiere y lograba mantener las buenas cualidades de la estirpe.
Por eso, me da igual que un cuadro reproductor este formado por ejemplares de renombre, ya sean estos Janssen, Kuijpers, Jos Thoné, Vertelman, Van De Poel  u otros, si los resultado en la lista de premios no nos confirma la calidad de los ejemplares de nada nos sirve, una buena paloma lo es y lo demuestra en los concursos, y las buenas líneas están en los palomares punteros,  sean palomas Janssen ,Vertelman, Van De Poel  o “Pepito Pérez”.
Eso si, mejor pocas y buenas que muchas y malas. A la larga, suele salir más rentable proveerse de unas pocas palomas de gran calidad que estar probando todo lo que cae en nuestras manos a ver si damos con el “mirlo blanco”.
Y una vez que consideremos que hemos adquirido buenas palomas, el siguiente paso es probar diferentes cruces pues hay palomas excepcionalmente buenas que cruzar con cualquier pareja que le adjudiquemos, pero lo más frecuente es que los resultados sean buenos tan solo con algunos ejemplares o líneas con las que tiene mayor afinidad genética así que no nos quedara más remedio que utilizar el socorrido método de ensayo y error y nuestra pericia como criadores hasta dar con  la pareja ideal de cada ejemplar de calidad que poseamos.
Y después trabajo, trabajo y más trabajo, para lograr una salud impecable, una puesta en forma adecuado, plumas sedosas que se deslicen por el viento casi sin rozarlo y un deseo de regresar sin dilación, sin perder un segundo ni en la salida, ni en el recorrido, ni en la entrada  al palomar, a la meta, y que culmina un trabajo que ya empezaron hace muchos, muchos años algunos entusiastas que vieron en la paloma una forma rápida de enviar noticias desde un lugar a otro y que continuaron otros muchos que disfrutaron y aún disfrutamos gracia a el tesón, al empeño que la paloma pone para recorrer distancias impensables y orientarse sin mapas.

César González