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LOS CONCURSOS DE PICHONES

 Desde hace unos años, aproximadamente 8 o 9, en Asturias los concursos de pichones están en declive.
Señalar a modo ilustrativo que tras haber comenzado a criar a mediados de febrero o quizás un poco antes, estos pichones de febrero, marzo, abril o incluso mayo son viajados en el mes de septiembre en distancias que suelen ir entre los 100 y los 350km.
Los detractores de este tipo de pruebas colombófilas alegan, y no les falta razón, que en estos concurso se pierden parte de los mejores pichones del año, los que se han desarrollado mejor, más fuertes y con mayores posibilidades de dar un buen rendimiento en el siguiente año como yearlings. También se alude, igualmente con buen juicio, al hecho de que en el momento de los viajes, los jóvenes pichones se encuentran en pleno periodo de muda, tanto de las pequeñas plumas, como de las remeras.
También hay quien justifica su no participación en los concursos de pichones de septiembre en motivos personales, ya que esto les permite tener mayor libertad de movimiento durante el verano y en particular en el mes de agosto, el clásico mes vacacional en nuestro país, argumentando que tras haber dedicado una buena parte del año a preparar y participar en las pruebas de palomas adultas, ahora no quieren seguir con el yugo y la sujeción que la práctica colombófila conlleva y prefieren dedicar a su familia o a otras aficiones u actividades el tiempo libre.
Indudablemente el tema económico, es decir el tener que nuevamente fletar un transporte que lleve a los pichones a los puntos de suelta, cosa que es costeada por los participantes en dichos concursos, también estoy seguro de que coarta la participación de algunos colombófilos ya que, como todos sabemos y padecemos, cada día nuestro deporte se hace más y más caro y en tiempos de crisis como los que estamos padeciendo, todas las economías domésticas se resienten y buscan formas de aligerar la balanza de gastos y este es un capítulo claramente prescindible, sobre todo para la componente femenina del tamden conyugal.
Y todos estos argumento y algunos más que se aluden para no competir son respetable y razonables, pero ante estos argumento es necesario contraponer otros que puestos en la balanza contraria a los anteriores, y evidentemente según mi opinión, hacen que estas competiciones sean realmente interesantes y yo diría hasta necesarias para la mayoría de los colombófilos por los siguientes motivos:
ü  El fundamental para mí es que es divertido, cada uno tendrá su opinión en este sentido, pero a mi particularmente me resultan muy amenos, entretenidos y por lo tanto atractivos los concursos de pichones ya que las jóvenes mensajeras “dan todo”, ponen todo su entusiasmo tanto en los entrenamientos como en los concursos y al no ser distancias excesivas, te puedes pasar un buen rato viendo llegar a tus palomas, cosa que a todos nos encanta ya que en estos momentos, el que más o el que menos,  todos nos sentimos orgullosos de ver como esos jóvenes atletas que hace muy poco contemplábamos en el nido, han aprendido la lección y has sabido sobreponerse a todas las dificultades para buscar el buen rumbo que los llevase hasta sus añorados palomares. Además en esta época (septiembre) suele en Asturias haber unas condiciones meteorológicas mucho mejores que en primavera y da gusto sentarse a la sombra para esperar la llegada de los pichones.
ü  Otro motivo muy importante es que “se gana un año”, es decir, estas pruebas nos permiten evaluar el resultado de los nuevos emparejamientos que hayamos realizado en la última temporada de cría y nos permiten ir vislumbrando de cuales parejas saldrán los futuros campeones y cuales podemos eliminar de nuestro cuadro reproductor o como mínimo que parejas deben ser cambiadas ya que sus pichones no nos han dado el resultado deseado.
ü  Evidentemente de lo anterior se deduce que los concursos de pichones nos permitirán hacer una muy buena selección y por tanto no estar manteniendo durante unos cuantos meses, hasta la llegada de los concursos de la siguiente campaña, a aquellos ejemplares más débiles, con menos actitudes para el vuelo, menor resistencia física y una insuficiente capacidad de orientación.
ü  Los concursos de pichones son así mismo la mejor escuela para el colombófilo novel, ya que dado que los pichones se pueden y suelen viajar sin que aún hayan efectuado puesta alguna ni los hayamos sometido al método de la viudez o cualquier otro que solamos practicar con las palomas adultas, su manejo es mucho más simple y las variables que el aprendiz de colombófilo tiene que controlar (ración de comida, tiempo de entrenamiento, estado de forma, etc.) son más sencillas con los pichones que con los equipos de adultas.
ü  Por otra parte, también los pichones aprenden su oficio y estos vuelos tempranos, aunque para algunos sean los últimos (evidentemente vamos a tener perdidas), aquellas otras palomas que hayan pasado la criba ya contaran con un mayor estatus en el palomar y serán competidores mucho más fiables en las futuras competiciones que aquellas otras palomas cuya experiencia es nula.
ü  Para finalizar, y aunque a todos nos gusta decir que somos colombófilos los 365 días del año, evidentemente cuando finaliza la competición todos nos relajamos, más aún en un país como el nuestro, con un excelente clima y un verano que invita al ocio y al esparcimiento, a los viajes y a la charla con los amigos en una de tantas terrazas en las que tomarse una cerveza o la tan típica sangría, cosa que no hacemos tanto cuando estamos inmersos en una campaña, aunque sólo sea de pichones, por lo que al estar en el palomar durante más tiempo, no sólo el equipo de pichones que vaya a competir, sino que también los otros palomares están mejor atendidos.


César González